domingo, 17 de octubre de 2010

Ariadna, Teseo y el Minotauro

Teseo fue un rey de Atenas. La ciudad debía envíar al rey Minos de Creta siete doncellas y siete jovenes para que el minotauro de la isla se los deborara. Era el precio que Atenas debía pagar a Creta por haber perdido una guerra.
Cuando Teseo aún era el principe de Atenas, se ofreció voluntario para ir a Creta como tributo para el Minotauro. Al llegar a la isla, la princesa Ariadana, hija del rey Minos, se enamoró de Teseo. La joven quiso ayudar al futuro rey de Atenas. Su ayuda consistió en darle un hilo que ataron a las puertas del laberinto donde estaba encerrado el Minotauro. Una vez el Minotauro estuvo derrotado por Teseo a base de golpes, el joven sólo tuvo que seguir el hilo para salir de el laberinto. Después Ariadna y Teseo se volvieron a Atenas.


Ejemplo:
Deja que repose la cabeza, Ariadna,
en la orilla de tu falda.
A tus pies dejo
empapada
de sangre
la hoja que me diste
el alma robada
y el ovillo de lana.
¿Al monstruo viste?
preguntó Ariadna.
Laberinto de piedra
infinitos pasillos
la sombra del alma
y sus oscuras entradas.
Creí perderme
muriendo en la noche
sin tu ovillo
de lana.
¿Y el Minotauro?
preguntó Ariadna.
Tu hoja lo atravesó
manché de sangre tu espada.
Pero ¿y el monstruo?
¿Era terrible su cara?
¿El monstruo? dijo Teseo.
¿El monstruo? repitió él.
El monstruo era yo.
Ay Ariadna.

Anonimo

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