Cuando Orfeo se iba a casar con su prometida Eurídice, la futura esposa fue picada por una serpiente. La picadura resultó mortal y el alma de Eurídice viajó a los Infiernos. Orefo no pudo soportar tal desgracia así que descendió al mundo de los muertos para intentar convencer al dios Hades que resucitara a su amada. Para convencerlo tocó ante el su lira. Finalmente Hades y su esposa Perséfone accedieron a la petición del poeta pero le pusieron una condición: al camino de regreso hacia el mundo de los vivos, Eurídice no podía mirar atrás y si lo hacía se quedaría en los Infiernos para siempre. Además durante el camino de regreso Orfeo debía ir delante y no la podía mirar. Durante buena parte del camino los dos enamorados contuvieron sus ganas de mirar hacia atrás pero cerca del final, Eurídice no pudo contenerse y se quedó para siempre en el mundo de los muertos.
Ejemplo:
Maldigo el momento en el que no tuve la convicción necesaria.
Maldigo el momento en el que me dominaron la debilidad y el miedo.
Maldigo el momento en el que me olvidé de seguir confiando en tu amor.
Maldigo el momento en el que tuve dudas.
Maldigo el momento en el que miré atrás.
Ese momento fugaz en el que te perdí…
No puedo ya volver por ti allá donde Tú estás.
Ahora, de ti nada me queda.
Sólo tengo mi lira,
que llora sin consuelo tu ausencia,
como lloro yo, Orfeo.
Ricardo L. Rodríguez
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